miércoles, 27 de abril de 2011

Hablando del futuro en una conversación de sobremesa con mi familia, mi madre se cabreó bastante porque ni en los planes de mi hermana ni en los míos aparecía la posibilidad de trabajar y llevar algo de dinero a casa; yo, intentando evitar que la conversación derivara en una verdadera bronca, dije, mitad en broma mitad totalmente enserio, que con tanta Universidad, gimnasio y conciertos estaba dejando muy de lado mi vida sexual, y que había pensado que podría tomar un tiempo sabático para potenciarla, tener experiencias y esas cosas. Mi hermana, de la que el otro día un colega dijo que era "igualita que yo" -y no es el primero- me dijo que tranquilo, que ella antes pensaba también así, pero que uno se acaba acostumbrando, y que llega un momento que ni te acuerdas del sexo. Mi madre asintió, sin un atisbo de sonrisa. Hoy, una vez vislumbrado mi negro futuro, he decidido abrazarme fuertemente al pasado.


Que conste, esto no es una llamada de auxilio.

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