miércoles, 23 de febrero de 2011

En lo que llevamos de año, las Fuerzas del Orden ya me han parado seis o siete veces para exigirme la documentación. En menos de cuarenta y ocho horas me la pidieron hasta en cuatro ocasiones, dos en Alcalá y dos en Madrid. En la última, tras recriminarles su actitud me hicieron sacar todo lo que tenía en la mochila y bolsillos, en medio de Atocha, rodeado de gente, gente que al ver eso no puede hacer otra cosa que mirarte como si fueras eso que ellos llaman un terrorista. Mientras tanto, a un colega de mi madre le han partido el cúbito al final de una mani en Madrid, cuando ya todo se había disuelto y él regresaba a su casa. Por no hablar de los impresionantes despliegues policiales que se han llevado en la plaza Cervantes para ahuyentar a las posibles asistentes a las charlas sobre los recortes sociales, hasta cuatro lecheras hasta arriba para controlar charlas con apenas una veintena de personas. Pero bueno, el día de hoy está para guardarle acritud, como mucho a la Guardia Civil, se supone.


Y cambiando radicalmente de tema; ya tengo el billete para Atenas.


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