Querido diario:
No son pulgas. En todo este mes y medio nunca lo fueron. Son los chinches. Llevamos un mes intentando matar a Batman con criptonita. A los chinches se la suda que les fumigues con matapulgas, y así lo demostraron picandome en el colchón nuevo el día después de que convirtieramos la casa en Vietnám. Ese día perdí la salud mental, y dormí en la estructura de un sofá descojinado tapándome con una esterilla de gimnasia, alumbrándome con una pequeña linterna y repitiendo hasta la extenuación eso de "os mataré a todas una a una". Pero no eran ellas, eran ellos. Los chinches. Directamente de la Cabezona de Lavapiés a tu hogar. Se acabaron las bombas, se acabaron los insecticidas, la lejía y el vinagre; ha llegado el momento del cemento, el pergolán, la espuma de poliuretano y el acuaplás. Se os acabaron las grietas, hemos perdido tres colchones, uno de ellos con más de 50 años (pero que estaba debutti) y dos de matrimonio, pero vosotros vais a perder la vida. Respeta a los animales, sí, pero a los que te respetan. Esto es la guerra.
Parte oficial de guerra, del cuartel general de la habitación de Antonio correspondiente al día de hoy, 15 de octubre del año 2012, primer año triunfal.
En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército chinche, han alcanzado las tropas okupantes sus últimos objetivos militares. LA GUERRA HA TERMINADO.
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