miércoles, 7 de septiembre de 2011

SCUM!

Completamente egocéntrico, incapaz de relacionarse, de identificarse, y sentirse lleno con una sexualidad vasta, persuasiva y difusa, el macho es psíquicamente pasivo. Como odia su pasividad, la proyecta en la mujer, definiendo su hacer como activo, y proponiéndose luego probar que lo es (probar que él es un Hombre). Sus principales medios para intentar demostrarlo es tener relaciones sexuales (un Gran Hombre con un Gran Pene desgarrando una Gran Vagina). Como está intentando probar un error, debe ‘hacerlo’ una y otra vez. Tener relaciones sexuales es entonces, un intento desesperado y compulsivo, de demostrar que él no es pasivo, no es una mujer; aunque lo sea y quiera serlo.

Siendo una hembra incompleta, el macho se pasa la vida intentando consumarse, volverse mujer. Trata de hacerlo a través de una búsqueda constante, fraternizando e intentando vivir una fusión con las mujeres, reclamando como suyas todas las características femeninas – fuerza emocional e independencia, fortaleza, dinamismo, decisión, tranquilidad, objetividad, asertividad, coraje, integridad, vitalidad, intensidad, profundidad de carácter, afirmación del yo, etc. – y proyectando en las mujeres todos los rasgos masculinos – vanidad, frivolidad, trivialidad, debilidad, etc. - Sin embargo, podría decirse, que el macho tiene una superioridad evidente sobre las mujeres – las relaciones públicas. (Él ha hecho un trabajo brillante al convencer a millones de mujeres, que los hombres son mujeres y las mujeres son hombres). La demanda masculina de que las mujeres encuentren su realización a través de la maternidad, no es sino un reflejo sexual de lo que ellos piensan los satisfacería si fuesen mujeres.


Del silencio cómplice a los gritos de rabia.


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