domingo, 4 de septiembre de 2011

2 reflexiones rápidas y no relacionadas; por un lado, ayer estuvimos metidos 12 horas en la plaza de toros de Loeches, con esporádicas salidas a comprar patatas, y, en algún momento de la tarde, ya integrados en el ambiente, Pablo se percató, o recordó mejor, que en el primer concierto de Sacco&Vanzetti, hará unos 3 años o así creo, tocabamos con reverso, como ayer. Pero es más, en aquel horrible concierto en los locales de Trampantojo, cuando eramos 4 y haciamos un hardcore que a veces sonaba más a creepy punk o a Oi! melódico que a otra cosa, mucho antes de que el grupo se redefiniera a si mismo, antes del violín, del saxo, del clarinete, de que yo tocara el bajo con un arco y esas cosas, antes de autodefinir nuestro estilo como "Kuduro-core" -eso lo acabo de decidir yo ahora, aquí, en mi cocina.-, como decía, en ese puto primer concierto anterior a la conformación del ser humano como tal, como lo conocemos ahora, Sacco&Vanzetti y Reverso subieron juntos al escenario al finalizar el último bolo para versionar juntos un tema. Yo no subí apenas, recuerdo, porque estaba borracho y no me la sabía. El caso, la canciones que decidimos versionar fue "Minha terra galega", de Siniestro Total. Ayer los dos grupos compartimos escenario con Siniestro Total. ¿Casualidad? ¿Estamos solxs? La segunda reflexión es en relación a eso mismo, a la soledad. Estoy aquí, en mi cubo privado, solo, rodeado de gente, sola, en sus cubos privados, reflexionando sobre MI soledad y a la vez teniendo a cada instante más claro que es NUESTRA soledad, que en el proceso de descomunalización vivido por los seres humanos durante los últimos siglos, la principal victoria del Estado-economía ha sido esa, individualizar la soledad. Y ahora hay asamblea, e iré, pero no quiero, no puedo evitar pensar que ahora mismo el 15-M no me vale una mierda, porque voy a ir a la asamblea y cuando termine todas volveremos a nuestros cubos privados, yo también, retomaremos la normalidad, y estaremos relajadas en casa, delante de nuestro plato. Pero siempre queda esa pequeña sensación de extrañeza, esa intranquilidad que explotó hace ya casi cuatro meses, cuando decidimos acampar, comunizar la soledad, la extrañeza y la tranquilidad, abandonar la seguridad de la casa privada a cambio de las experiencias de la vida comunitaria. Por eso creo que ese fue el gran golpe, convertir el fin en medio, mientras reivindicabamos un cambio social nosotras mismas creamos una pequeña sociedad en la que procurábamos vivir de la forma que promulgábamos. Y bueno que eso, que me voy a la asamblea. Pero ahora así, con perspectiva, menuda mierda. ¿No?

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