Con 18 años pensaba que el tiempo nos haría madurar, que con 21 o así mis fiestas serían algo más como el Club de la Serpiente. Sentados en un suelo sucio y oscuro, respirando humo entre discusiones políticas y vodka barato, renegando de la vida y de la poesía bajo la luz de una pequeña vela. Que habría por ahí un gato y todo.
Y no eh, parece que no terminamos de enfilar esa dirección. Casi ibamos mejor antes, cuando nos encerrábamos en cuartos asépticos a beber como orkos y a escuchar reggae tan alto que sonaba a grindcore. Al menos la gente es la misma, eso sí, no me veo yo liándolos para pasarnos la noche discutiendo sobre Morelli y escuchando a Parker y Gillespie. Mejor así, supongo.
Hypnotic Brass Ensemble - Let's get the party started
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