viernes, 11 de febrero de 2011

Hoy, si no recuerdo mal, se cumple un año del penultimo intento de asesinato que he sufrido en mi corta vida, ocurrió en el bar de todos los findes y bajo la ferrea mano de nueve integrantes de lo que hace unos años habriamos llamado Juventudes Hitlerianas, y que hoy se suelen nombrar como calvos de mala vida. Me he imaginado alguna vez ya con mi hijo, que no sé muy bien porque pero en mis elucubraciones siempre es negro -pero negro negro- sentado en mis rodillas mientras le cuento "Sí hijo, aquel bate de beisbol me pasó muy cerca... pero por entonces yo era joven, y no era fácil doblegarme" o algo quizás menos literario, menos egolatra, más verídico incluso, pero similar. El caso, que casi palmamos, pero acabamos felices, era una pelea muy desigual, casi un Stephen Hawking Vs. Godzilla podriamos decir, y aún así conseguimos salir de ahí ilesos. Estoicos. Dos personas de pequeña estatura contra nueve de gran patriotismo, joder hijo, eran otros tiempos, no lo comprenderías. Ahora me imagino esquivando aquel bate de beisbol de madera, prueba de la dureza y unidad de España, y lo hago como si en ese momento estuviera sonando el Pata Pata, qué temón madre mía, y yo lo bailaba esquivando los golpes. Sé que en realidad no fue así, fue bastante más trágico la verdad, pero ostias, ¡y lo que habría molao!


1 comentario:

  1. jaaaaaaaajajAJaJaAJaJa.
    No diré nada más.

    PD: Tengo cosas que enseñarte, y no, lo siento, no tiene nada que ver con mi útero o análogo miembro del aparato reproductor femenino.

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